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domingo, 26 de septiembre de 2010

Metamorfosis de un poeta enamorado

Dicen que la poesía es eso que cotidianamente aparece en nuestras vidas, que esta pero no esta, a lo que me refiero es a eso que aveces no podemos ver con otros ojos. Con ojos de poeta. Con esos ojos claramente negros aveces. Con esos que funcionan como reflectores en la oscuridad. En fin. Es lo no ve la mayor parte de la gente apurada con detención. Como por ejemplo yo, ahora, mirando por la ventana del salón de clases.  Si es un día lluvioso, y la verdad que llueve mucho. Algunos podrán decir que la lluvia es aburrida triste y monótona. Que nada mas sirve para mojarse y después estar toda una semana o dos en cama. Pero ¿Saben algo? Yo puedo ver algo que los demás no. La lluvia es mágica. 

 Ahora llueve mucho, a cántaros se podría decir, se pronostica en la tele que la lluvia va a seguir 1 semana más y la profesora sigue enojada. Por que yo, en vez de estar prestándole atención a la clase estoy encandilado mirando como las gotitas caen del misterioso cielo nublado y golpean el vidrio de la ventana. Es hermoso, un espectáculo único y humilde sin tener que pagar entrada. Las gotitas caen con total indiferencia y rapidez; como si fuera que estubieran haciendo una carrera por ver quien cae y salpica o golpea más rápido contra el cristal. La profesora no entiende que yo puedo ver algo que los demás no, ver algo que ella no podría ver nunca. Y por eso sigue retándome. Quizás no sabe que a mi no me gustan las matemáticas tanto como a ella, quizás no entiende que yo soy un poeta y mi amor incondicional es la lluvia. 

 En casa todos están preocupados por mi intensa dispersión. Mi mamá quiere que yo valla a un psicoanalista. Pero papá no tiene plata para pagarlo. La verdad a mi no me interesa mucho. Están todos muy preocupados. Pero yo sigo sin despegarme de ella. Es intenso. Es una hermosa obsesión. Es locura poética. Es amor. Ayer escape de mi habitación para ir al parque a sentir el viento. Ese que queda después y durante cada lluvia. Ese olor a tierra mojada y esa sensación de frío. Pero no un frío cualquiera. Si no, uno tierno, uno que te duerme. Un frío cansado. 

 A medida que pasan las semanas la poesía no desaparece de mis días y la lluvia sigue cayendo. Es muy loco, siento que me persigue, que me llama que me necesita como yo a ella. Mis notas en la escuela bajan mucho. No me importa ya.No me interesa ni un poquito. Por que ella ahora esta conmigo y yo con ella. Como dos amantes, como el sol y las flores. Como el aire.  

Y finalmente llego el día. El día que yo me decidí. Que me entregue a ella. El día que quise ser poesía. Subí a la terraza de mi casa. Llovía como nunca antes había llovido en toda la temporada. Con solo una remera de mangas cortas y un pantalón. Descalzo pero mojado. Frío. Solo el viento me acompañaba en esta metamorfosis. Con una sonrisa en mi cara mojada empece a sentirme más liviano. Mas claro, más simple. Mis manos y mis pies se empezaron a ablandar. La sed corría por lo que hace 2 minutos atrás era cuerpo. El viento empezó a esparcirme para todos lados. Se sentía tan bien. Mis gotas que antes habían sido masa ahora solo conformaban un charco que se escurría por una rejilla de la terraza. El viento nuevamente me desparramo. Me sentí feliz. No era yo. Era lluvia. Era poesía.

Denis Cardozo.